martes, 26 de febrero de 2013

Si la paz pudiese abrazar a este mundo sólo un día.

Se me olvidaba que escribo para mí. Se me olvidaba que vivo para mí.
Se me ha olvidado cómo hacerlo. Se me ha olvidado sacar lo que siento. Se ha ido de mí la inspiración, la reflexión, la palabra.
Y un día te llega, te golpea y te da forma. Le da nombre a tus miedos y a tus sonrisas. Le da sabor a las lágrimas y textura a la carcajada.
Rothko ya lo pintó. Captó a la esperanza, verde, gritar sobre la angustia de color morado, pero con las líneas difusas, como si se escapase.
Y realmente hay secretos. Hay sentimientos que sólo sabes tú, que nunca nadie sabrá. Que es imposible que salgan del cuerpo, porque al sacarse, pierden forma. Se enfrían. Parecido al aliento.
Como una imagen en la retina, subjetiva, imposible de ver otra vez y que sea idéntica.
Como una tarde de martes demasiada parecida al domingo.
Como el hombre que escupe fuego por la boca en el centro de la ciudad. Como ese que da gritos para que alguien le escuche. Como el paseo de Callao a Sol. Parecido al vacío de un 5 de enero.
Como las guerras, como el hambre, como el que apunta a un niño con el fusil. Como la muerte y la vida. Como la superación y las nubes. Como los cinco sentidos. Como respirar.  Como quien intenta escribir en el agua. Como el arte escondido en curvas y colores enredados.
 Que nadie ve si no quiere ver.
Quizá el sol o la lluvia, o las estrellas y mi luna. O mi madre al darme las buenas noches.
Puede que mi almohada, cansada y deseando que la deje dormir.
Aún me acuerdo cuando lo feo era bonito. Cuando la policía me protegía y la calle era libre.
Y  qué se espera de nosotros. Gente que consigue plasmar el tiempo en un calendario. Que capta momentos en fotografía. Que con una palabra se definen. Cómo fiarse de los que congelan el alma en un recuerdo.  
Nosotros, que simplificamos al máximo las emociones y no les damos salida. Nosotros, que pensamos que podemos querer sin querernos a nosotros, sin aceptar que primero tenemos que perdonarnos.
Nosotros, que acumulamos rabia y odio, pensando que así le hacemos un favor a alguien. Nosotros, que ni siquiera controlamos nuestra propia sangre. Que vivimos deprisa, entre costumbres y vicios.




Pero mañana será otro día.

2 comentarios:

  1. Realmente increíble, asombroso. Dios ni si quiera le leo siempre, ni si quiera comento nunca, pero es que es absolutamente cercano.

    ResponderEliminar