miércoles, 26 de septiembre de 2012

25S.


Empezaré diciendo que sólo tengo 17 años, no sé mucho de política, y mucho menos sé algo de a los extremos que puede llegar el ser humano. Me he informado, claro… en estos tiempos es indispensable para poder salir a la calle con la mínima idea de la que está cayendo.
Me gustaría poder decir que todo lo que está pasando no me afecta, pero no es así, me afecta, es mi presente y será mi futuro.
Estoy en un país desarrollado, democrático y del primer mundo.  Eso me han contado, pero ayer, en el 25S, las imágenes demuestran que mienten.




A mí que me expliquen como un ser racional ha llegado a este extremo, hasta llegar a no escuchar nada más que gritos, insultos, palos y piedras.
Y en mi cabeza sólo se repiten cosas como “asesinos a sueldo”, “a ver si disparas a tu hijo”o “estoy levantando la voz para que tú tengas derecho”
Esto nos demuestra hasta donde llega la gente por luchar por su pan, por sus derechos, por sus hijos, por su vida. Lo que demuestra que EL PUEBLO UNIDO JAMÁS SERÁ VENCIDO.
He empezado diciendo que no sé de política, pero sí sé que los de arriba saben lo que está pasando y lo ignoran, saben que todos somos el pueblo y quieren dividirnos. Quieren que se distinga entre “apaleados” y “asesinos a sueldo”. Quieren que unos sean la escoria y otros los odiados por todo el mundo. Porque mientras la gente se pegue entre ella y se partan la cara los unos a los otros ellos seguirán pisándonos. Somos un circo romano y quieren ver quien hace más daño a quien.
¿En serio quieren sumisión? Quieren que nos callemos para poder reírse de nosotros. No les gusta que gritemos cosas que van en su contra. No quieren asumir que lo llaman democracia y no lo es.
Yo no estuve el 25, ni estoy el 26, no tengo derecho a quejarme de que me trataron a patadas, ni que fuimos animales por unas horas. No puedo, porque las imágenes son muy relativas.
Pero por ellos, por los que sí que han arriesgado su integridad física por el resto del país se merecen que esto cambie y evolucione y no vaya en retroceso.
No nos podemos rendir. Ahora no.
Somos más y más fuertes. Estas son nuestras armas.



martes, 18 de septiembre de 2012

Da el equilibrio en las noches.

Puede resultar odioso a veces que esté ahí y ni siquiera te des cuenta.
Puede ser un consuelo que te acompañe por las noches y te mire desde ahí con “su pecho de plata”.
Pero quizá enfade que no pregunte si te molesta que su presencia se una a la tuya.
Entiéndela… ahí arriba está todo oscuro, y desde el suelo de Madrid incluso parece triste sin que nadie le ayude a brillar. Sólo está ella y el cielo negro.
De pequeña mi canción favorita era “Hijo de la luna”, de Mecano.
Esa canción me hacía pensar que de verdad tenía vida, y me gustaba mirarla desde la ventanilla del coche para ver cómo me seguía.
Han pasado los años y aun se me ponen los pelos de punta al escuchar esa canción.
Han pasado los años y ella sigue ahí.
Hay días que se esconde… pero todos merecemos algo de intimidad, ¿no? Pero eh, fíjate, cuando está llena también se llenan las calles de luz. A mí al menos me parece mágico.
Coge fuerza y brilla. ¿Sigues pensando que no vive? Pues tienes que verla en el cielo rodeado de estrellas, fuera de esta ciudad que no deja ver más que cinco.
Cuando se ve acompañada da la sensación de que ahí sí que está en paz.
Este verano pedí un montón de deseos a las estrellas fugaces… aunque la verdad que sólo me acuerdo de algunos.  Pero si esas noches de verano son especiales es por tumbarme en el suelo y mirar al cielo.
Ver que pase el tiempo que pase eso sigue ahí.
La luz que me aportan no me la quita nadie.
Mi luna se esconde, se hace más pequeña o reluce… pero cada noche me sonríe.
Lástima no poder hablar con ella… eso me lo tendré que buscar aquí abajo, donde se pierde la magia. Pero sólo un poco… hay cosas realmente increíbles.
A veces me parece que ella está más pálida, más fría y tiene más miedo que yo siendo tan grande y yo tan pequeña.
La noche es fácil, el tiempo parece no pasar. Todo “se deja para mañana”, “mañana será otro día”, “consúltalo con la almohada”. Los pensamientos se congelan y tenemos las claves de nuestra vida. Nos reímos en la cara del sol.
Luego llega el día y es más difícil. 


                                                      "Y si el niño llora menguará la luna para hacerle una cuna..."